Incontrolables ganas de vivir. De salir. De viajar. De experimentar. De
crecer. Ansias de felicidad. De reír hasta que duelan las mejillas. De
bailar hasta que duelan los pies. De cantar hasta quedarme afónica.
Deseo innegable de disfrutar de la edad que tengo. De beberme las penas.
De fumarme los recuerdos. De brindar por cada desamor y de celebrar los
que faltan por llegar. De salir a la calle y sentir que puedo comerme
el mundo. De sentirme atractiva. De sentirme más mujer que nunca.
Critica mi actitud infantil mientras me mofo de tus prejuicios. Júzgame
sin saber nada de mí mientras yo me voy descubriendo. Quéjate de que
pongo la música alta mientras abro mi mente con ella. Ve amargándote
mientras enriquezco mi alma. Puedes llamarme niña, cría, inmadura,
alocada; no me lo considero pero ¿y si lo fuera qué? Es lo que toca en
la adolescencia. Pero ¿sabes? Solo tengo una vida y no quiero vivirla
como se debería sino como me apetezca. Prefiero arrepentirme de algo que
he hecho que de algo que nunca me atreví a hacer.
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