Muchas veces, la realidad te ciega y no te permite ver más allá de la
niebla, del egocentrismo. Muchas veces, la ilusión nos juega malas
pasadas, te hace imaginar cosas que no son, te hace llorar por el amor
que te imaginaste y con esa persona, aquella persona con la que querías
estar ahora y siempre. Pero también tiene cosas buenas. Te enseña a no
juzgar, te ayuda a amar eligiendo tu amor y tu príncipe (aunque siempre
la cosa se descontrolará, pues el amor es así, el cerebro no dicta por
quién debe latir el corazón).
Pero, al fin y al cabo, la vida es eso y nada más. Sufrir, reír, llorar, amar.
Y yo, tú, todos la estamos viviendo.
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