miércoles, 23 de enero de 2013

Y ahora, ya es tarde para eso.

Tienes cuatro años, aparte de toda la vida por delante. Eres ignorante, eres feliz. Pero no te toman del todo en serio. Y por eso quieres crecer, para sentirte superior. Y lo anhelas, anhelas crecer. Llegas a los siete años. Ya eres mayor, ya puedes ver más pelis y series. Pero empiezan a surgir responsabilidades, como la tarea de la escuela, tirar la basura... Y sigues queriendo crecer, pensando que no tendrás que hacer todo eso, que podrás seguir durmiendo más tiempo. Llegas a los catorce, y quieres tener dieciséis para entrar en las discotecas, para que los chicos te tomen en serio, para probar cosas. Llegas a esa edad y te das cuenta de que no era como esperabas a los cuatro años, todo es más complicado. Y te tropiezas con ese álbum de fotos, o con ese dibujo que le hiciste a tus padres. De pronto, quieres volver a ser esa pequeña persona, la que era feliz. Pero ya no puedes, una vez estás aquí, no puedes volver a atrás. Y pro fin te das cuenta. No debiste anhelar nada, no debiste desear crecer. Debiste haber aprovechado toda tu infancia, haber apreciado tu feliz ignorancia. Y ahora, ya es tarde para eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario