miércoles, 23 de enero de 2013

Carpe diem.

Fundíamos la ciudad. Arrasábamos las calles. Quemábamos nuestros labios a base de besos y dejábamos que nuestras manos jugaran traviesas bajo las sábanas. Nos amamos como adolescentes, como unos Romeo y Julieta del siglo XXI, como unos amantes de Teruel dispuestos a morir por el otro, sin tener en cuenta que el amor se puede romper de tanto usarlo, que para siempre es mucho tiempo y que las promesas son simples palabras fáciles de olvidar. ¿Sabéis a que me refiero? A que hasta el infinito tiene la palabra fin en él, a que todo lo que empieza, acaba y a que, no nos engañemos más, en la vida hay finales que no son felices. De esto nace el carpe diem del que tan alegremente nos declaramos seguidores. Disfruta el momento, joder. Graba en el alma cada instante que te saque una sonrisa para recordarlo cuando no esté la persona que te la sacó. Ama sin miedo al dolor y vive sin miedo a la muerte. Sólo disfruta, sé feliz, vive.

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